Tecuciztécatl y Nanauatzin: La leyenda del origen del Sol y la Luna.
- Alejandro Castillo
- 5 ene 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 ene 2023
Asà como existen distintas culturas y lugares variados y maravillosos en el Estado de México, también tiene mucha historia y el dÃa de hoy traemos un poquito de ella y como siempre, con nuestro propio toque y de una manera mas digerible para ustedes queridxs lectorxs, sin mas, les dejo la historia del origen del Sol y la Luna, disfruten…
Hay muchas historias en torno al origen de la vida y del universo, desde una esquina del mundo y hasta el otro lado, pero resulta que justo aquà en Estado de México cobró lugar una de las mÃticas historias, en el pueblo de Teotihuacán, se dió cita el consejo de los Dioses, ante una problemática muy clara, ¿Quién seria el encargado de darle luz al pueblo? Las dÃas son frÃos y la tierra necesita calor para la vida, los hombres y mujeres necesitan luz para su camino y los animales necesitan descanso pero ¿Quién serÃa el valiente?
De en medio de las figuras que formaban el consejo, se escuchó una voz potente, firme y decidida, "-yo seré ese alguien-" dijo Tecuciztécatl, uno de los hombres, "-Yo seré quien dé la luz y calor a los hombres y mujeres-", y con eso solucionó la mitad del problema.

Tecuciztécatl fue celebrado y felicitado pero aún faltaba una parte, si él seria la luz y el calor, ¿Quién seria el frÃo y la oscuridad? como todo en el universo, es necesario un equilibrio y quién serÃa el que llevarÃa esa bandera?, duraron varias horas debatiendo y deduciendo, pero nadie se ofrecÃa, no fue hasta que habló uno de los mas viejos y sabios del grupo exclamó "- Sé tú el que alumbre la oscuridad Nanauatzin-" y el de buena manera aceptó el cargo que le fué conferido, asà pues los guerreros estaban elegidos, solo faltaba su preparación...
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HabÃa llegando entonces la hora de hacer la penitencia, ambos hombres prendieron el fuego en el teotexcalli que era su hogar, hecho en el borde de una peña, y ahà permanecieron durante cuatro dÃas ofreciendo tributos, Nanauatzin dió como ofrenda cañas verdes, amarradas de tres en tres hasta que junto nueve, bolas de heno y espinas de maguey ensangrentadas con su misma sangre, mientras que Tecuciztécatl no se limitó y dió solo riquezas, en lugar de ramos de cañas, dió plumas preciosas, en lugar de bolas de heno, dió bolas de oro, en lugar de espinas ensangrentadas, dió espinas de piedras preciosas y coral colorado y copal, todo salió excelente.
A ambos guerreros se les edificó una torre y en cada torre pasaron cuatro dÃas más de penitencia y una vez acabadas, llegó la hora, se les proporcionaron penachos y estolas y demás vestimentas de gala, habÃa llegado su momento.
Llegada la media noche los dioses encendieron el fuego y se dividieron en pares en torno al mismo, de un lado estaba Tecuciztécatl y al lado opuesto estaba Nanauatzin, ambos listos, asà pues uno de los dioses dijo "-anda pues Tecuciztécatl, entra al fuego-" y este lo intentó pero no se atrevió, lo intentó otra vez y una vez más y luego otra pero no se armó de valor, los dioses habÃan convenido que sólo habÃa de intentarlo 4 veces asà que pasaron con Nanauatzin, "- anda Nanauatzin, entra en el fuego-" y asà lo hizo, se armó de valor y entro en el fuego, todos lo vieron rostizarse, entre chillidos y lamentos ,se desintegró, y Tecuciztécatl, al ver esto, se armó de valor y entró al fuego también, haciéndose polvo,
Después de ellos entró un águila también que quedo igual consumida por las llamas, por eso su color oscuro y después entró un jaguar al fuego, sólo que este último no se quemó, sólo se achicharró un poco, de ahà que tenga sólo algunas manchas oscuras,

Todos quedaron en silencio en torno al fuego, sin hacer ruidos, sólo esperaron, y en unas horas, el cielo empezó a cambiar, se inundó de colores, ahora rojo, ahora amarillo, ahora rosado, ahora una mezcla de todos juntos, y después cada vez más claro, miraron arriba y vieron que el Sol salÃa del lado de Nanauatzin, pasaron las horas y vieron salir a la luna del lado de Tecuciztécatl, supieron entonces que cada uno habÃa tomado su lado como entraron al fuego,
asà pues esta fué la historia del primer amanecer y el primer anochecer y de Nanauatzin y Tecuciztécatl, dos valientes hombres que hasta el dÃa de hoy siguen cumpliendo con la misión que les fué encargada, ¿tu crees chikis?